martes, 24 de mayo de 2011

LEER EL MUNDO DEL OTRO ES COMPRENDER EL NUESTRO

Maritza Torres Cedeño




Leer abarca un gran número de conceptualizaciones. Para unos es decodificar signos gráficos; para otros es extraer información, para muy pocos es comprender el mundo, leerlo, evaluarlo. Los primeros, a nuestro juicio, no disfrutan cuando leen porque convierten el hecho en un acto mecánico, sin sabor a vida; los segundos es posible que satisfagan sus necesidades; los últimos, establecen una relación plena con el texto y su autor. Estos, sin lugar a dudas, re-crean sus vivencias, saberes y sentimientos.

Cuando leemos para crear significados, enriquecer experiencias de vida y aumentar el caudal afectivo; leemos el mundo más allá de la palabra impresa en el texto. Establecemos una suerte adivinatoria, lúdica que nos permite elaborar diversas conjeturas acerca de nuestro cosmo y de las circunstancias que lo rodean. Lo anterior, permite al lector interactuar con el texto de manera libre y creativa. Cada vez que subraya una frase, la toma como suya, niega o aprueba su existencia, realiza el sorprendente proceso de la comprensión.

El acto de establecer estas redes significativas es de carácter personal y el sentido que el lector le otorga a lectura está relacionado, directamente, con sus creencias, huellas y valores. Es decir, con su devenir socio-cultural. Leer desde esa perspectiva equivale a conjugar texto-escritura-lectura en un ejercicio perenne de pensamiento. “No hay pensamiento sin escritura. Lo pensado se piensa porque se escribe. En la lectura de esos pensamientos, hechos discursos, se manifiesta el diálogo, convocatoria permanente de la otredad ” (Lanz:1998).


Ese modelo de lectura, provee la intersubjetividad, el consenso y la relación cómplice entre el libro y el lector. No obstante, en ese proceso de intercambio y re-creación de significados, ella no tiene que asumirse como único apoyo para pensar o actuar, por el contrario, las ideas, los enunciados, las imágenes deben emplearse para enlazarlas con nuestras reflexiones, las cuales, son producto del análisis del día a día; de los que nos ocurre en la calle, en nuestros sitios de trabajo, en nuestros hogares; en fin, en nuestro rico y maravilloso contexto.

Cada encuentro con la palabra escrita regala una oportunidad para estimular el pensamiento, porque nos obliga a seguir indagando y continuar buscando nuevas interpretaciones de nuestro mundo y el de los demás. Sabiamente, lo dijo Vigotsky (1993) “sólo el lenguaje nos hace humanos”. Es él quien hace realidad que no se lea en solitario, en voz baja, aisladamente. Es por medio de su poder que leemos en voz alta, acompañados de una multitud; gritamos consignas; recitamos un poema y descubrimos que hay que leer el universo más allá de las palabras, pero con una mirada reflexiva; desde la cotidianidad, intereses y valores de cada ser humano.

Desde esta visión, se propicia la aceptación o el rechazo de las ideas del otro, con una actitud abierta a todas las posibles miradas de ese otro que comparte con el lector su perspectiva del universo. Así mismo, queda en evidencia el inmenso poder de la lectura como práctica social imperecedera (la historia de la humanidad da fe de ello), porque a través de la misma el patrimonio cultural del lector se aumenta ilimitadamente. Cada vez que leemos el mundo desfilan ante nuestros ojos secretos ancestrales, pócimas mágicas, misterios indescifrables, fórmulas matemáticas, preceptos religiosos, facturas telefónicas, problemas por resolver, reclamos, una prescripción médica, una nota de amor. En fin, desde los más complejos enunciados hasta los más sencillos y elementales. Pero, todos ellos siempre van a estar representados por signos gráficos, con significados renovables, en la medida que un nuevo lector pueda y desee descubrirlos.

Saber leer el mundo, a nuestro juicio, es impostergable, indispensable; es una necesidad. La comprensión del mismo tiene que ser alcanzada con una lectura producto de una reflexión rigurosa. Si logramos formar lectores del mundo circundante, desde los hogares, las escuelas, las comunidades; lo que equivale a decir desde su espacio vital; estaremos legitimando que la lectura permite afianzar los valores, la diversidad, la tolerancia y lo que es más importante aún: nos da la oportunidad de leer el mundo del otro para comprender el nuestro.



BIBILIOGRAFÍA

Lanz,R. (1998). Temas Posmodernos. Caracas: Tropykos.

Vigosky, L (1993). Pensamiento y lenguaje. Obras escogidas, Tomo II. Madrid: Visor (orig.1934)

LOS TALLERES LITERARIOS: ALBERGUE DE SUEÑOS


Maritza Torres Cedeño



“Se necesita la imaginación para creer que el mundo

pueda continuar y volverse cada vez más humano”

Gianni Rodari



La literatura, como toda actividad del arte, vive tanto de lo clásico que la preserva como de las innovaciones que la alimentan, entendiéndose que toda innovación anhela convertirse en “clásico”. Los talleres de creatividad literaria viven hoy su transición hacia la posteridad histórica de la literatura. Conversar sobre sus posibilidades es asomarnos a lo imaginativo que siempre los caracteriza.

La historia de los talleres literarios, en nuestro país, tiene su génesis en la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes por iniciativa del escritor Domingo Miliani, quien como director del Centro de Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos” (CELARG), en 1975, los convierte en un magno proyecto cultural (Vera, 1985). Estos talleres estaban dirigidos a todos aquellos que tenían inquietudes literarias, es decir, que sintieran el llamado de la palabra a través de la lectura y la escritura de poesía, cuentos, novelas o ensayos.

Posteriormente, en 1996, el poeta Juan Calzadilla, fue designado coordinador del Taller de Poesía de dicha institución e implementó una metodología propia, experimental y transdisciplinaria en la que ensayaba un día con la prosa, otro con el verso o con la escritura dialogada a fin de que los participantes produjeran textos “desde una postura indiferenciada y anónima que les ayudara a superar todo protagonismo que pudiera conducir a rivalidades entre los participantes” (Calzadilla, 2007: 13).

De ese momento histórico, surge un grupo significativo de escritores que son referencia obligada en la historia de las letras venezolanas, entre ellos resalta el poeta y tallerista Williams Osuna (Premio Nacional de Literatura, 2009). Con el discurrir del tiempo, los talleres literarios se convirtieron en una práctica común en diversos contextos bajo la conducción de un escritor, un docente de literatura o un activador cultural, pero, todos ellos hermanados por el deseo de acrecentar el proceso artístico- creativo de nuestro país. Sin embargo, en la actualidad, no se perciben sólo como un recinto para formar escritores con miras a publicar sus producciones sino como un espacio para la consolidación de una cultura innovadora a través del conocimiento y del disfrute de los diversos géneros literarios. En tal sentido, es ineludible reflexionar acerca de la repercusión socio-cultural de los mismos.

Para abordar el tema propuesto para la disertación consideraré lo que plantean Bosch (2000), Morales G. (2003) y Antillano (2009). Estas escritoras y talleristas coinciden al expresar que un taller literario es un espacio en el que se propone estimular el poder creativo, desarrollar la imaginación y el disfrute de la obra de escritores consagrados y la escrita por sus participantes. Con base en lo planteado, esta modalidad de trabajo permite que sus miembros compartan responsabilidades, seleccionen las tareas que desean realizar y lo que es más importante aún: puedan construir textos más allá de los cánones tradicionales e impuestos por razones de índole histórico-cultural. De igual manera, pretende romper con los esquemas preestablecidos por la cultura escolar con relación a la enseñanza de la literatura, puesto que, más allá de transmitir conocimientos teóricos acerca de la obra de un autor determinado y nociones de crítica literaria, busca que los involucrados en el taller vivan el proceso creador y generador de la palabra a través de sus propias producciones textuales; que puedan compartir sus experiencias con el grupo y descubran sus potencialidades para ejercer o no el oficio de escritor.

Tal vez, este aspecto genere polémica debido a que, por tradición, los talleres se ideaban únicamente para contribuir a la formación estético-académica de un posible escritor quien vería coronar sus esfuerzos con la publicación de su obra o la recompensa de un premio literario. No obstante, si bien es cierto que no todos los que asisten a un determinado taller de literatura pueden llegar a ser escritores de cuentos, poemas, piezas de teatro o ensayos, hoy, los talleres de creación literaria buscan fortalecer el hecho de que los seres humanos son por naturaleza: innovadores, imaginativos y tienen la capacidad de utilizar estas habilidades para producir textos de calidad y preponderar la función social de la lectura y la escritura.

Para legitimar lo anterior, a través del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello se vienen implantando por todo el territorio del país talleres de creación literaria, de poesía, de narrativa, entre otros, para promover la lectura y la escritura en todos los espacios; la curiosidad intelectual; la originalidad y la libre expresión de las ideas a través de la reinvención de la realidad. Asimismo, tienen como norte contribuir a la construcción de un proceso cultural diverso, complejo e integral que sea capaz de potenciar el pensamiento literario, el desarrollo del lenguaje y la dinamización cultural en la escuela y en la comunidad.

Desde esa perspectiva institucional, los talleres de creación literaria se convierten en: a) un espacio liberador; b) un espacio para el trabajo cooperativo; c) un espacio para la cultura; d) un espacio para la praxis de valores; c) un espacio para la literatura y d) un espacio para la creatividad y la imaginación.

Un espacio liberador: en los talleres literarios los participantes se desenvuelven en un ambiente en el que prevalece el libre albedrío, en otras palabras, tienen la posibilidad de compartir sus conocimientos, dar a conocer o no sus impresiones, sus hallazgos, sus producciones textuales, las reflexiones a partir de la lectura de una determinada obra literaria sin ser cuestionados; por otro lado, se sienten convidados a plantear y desarrollar propuestas que enriquezcan los encuentros y la construcción de saberes. Bajo este enfoque, es relevante que ese espacio liberador esté regido por la tolerancia y el respeto hacia la diversidad de pensamiento para que todos los involucrados puedan desprenderse de los temores propios de quienes crean algo novedoso. Pensar, escribir y leer en libertad posibilita la praxis y la difusión de un verdadero proceso cultural.

Un espacio para el trabajo cooperativo: otra de las bondades de los talleres literarios es que en ese contexto todos comparten las tareas y las responsabilidades de forma consensuada, tienen la potestad de involucrarse en la planificación de actividades tales como: la organización de los equipos de trabajo, acuerdos que se relacionan con el horario, el número de sesiones, las lecturas que se realizarán, la elección de los sitios culturales que visitarán, entre otros. En esta modalidad, el coordinador del taller no es el centro sino un integrante más que orienta y modela un comportamiento para el resto del grupo. En otro orden de ideas, es válido acotar que cuando se trabaja en equipo, también, se legitima el trabajo individual a través de la propia aceptación, el fortalecimiento de la autoestima y el reconocimiento de sí mismo como individuo capaz de elogiar y aprender de las equivocaciones.

Un espacio para la cultura: en cada encuentro, los participante aportan su identidad cultural y con ella su visión de la sociedad, de los valores, del discurrir histórico de su entorno vital; esta perspectiva es fragmentaria, producto de su interacción con sus pares, la familia, la escuela, la televisión, las redes sociales; por este motivo, el coordinador del taller debe conocer la historia de vida de los asistentes para que la empatía afectiva y cultural sea más rica. Esa polifonía de experiencias puede generar el intercambio de saberes y la construcción colectiva de nuevos conocimientos.

Un espacio para la praxis de valores: constantemente, los asistentes a los talleres son invitados a participar en conversatorios; en la producción y revisión de textos poéticos, narrativos, dramáticos; en cine-foros, entre otros; la ejecución de estas actividades los conducen a la praxis permanente de los valores humanos como: la responsabilidad, puntualidad, honestidad, respeto, solidaridad, tolerancia y la perseverancia; a la par, facilita el desarrollo de una sana convivencia que se puede observar, por ejemplo, cuando aceptan con agrado las ideas del otro; respetan la autoría de un texto que en algún momento puede servir de inspiración o modelo a seguir. El trabajo cooperativo que se realiza en ese recinto vigoriza la presencia de la paz, la inclusión y la resolución de conflictos desde el diálogo y la reflexión.

Un espacio para el disfrute de la literatura: sin lugar a dudas, la literatura tiene un lugar imponderable en los talleres, ya que, la mayoría de ellos son concebidos con la visión de leer, escribir, discutir, pensar y fantasear desde la literatura. Por antonomasia, ella está presente en todo proyecto que se relacione con la promoción de la lectura y la escritura, el desarrollo de la imaginación, la creatividad y la búsqueda de lo estético. Cuando se lee un texto poético, por ejemplo, el mundo sensorial y afectivo del lector se enriquece a través de la interpretación de cada imagen encerrada en las palabras que entrega el escritor. Al estar frente a un cuento, una leyenda, un mito, una crónica es muy posible que, espontáneamente, surja la necesidad de establecer analogías con la cotidianidad para re-crear la historia.

La empatía entre lector-texto-autor nos lleva a considerar la necesidad de ofrecer a los que asisten a los talleres de creación literaria elementos de carácter metodológico que la faciliten. De allí, la gran responsabilidad que asume el coordinador de un taller literario al momento de planificar las actividades conexas con la literatura.

En palabras de Mendoza Fillola, (2004:82): “le corresponderá potenciar y guiar la necesaria libertad del lector; educar su sensibilidad, su capacidad de asimilación recreadora y ampliar su competencia literaria para que aprecie, comente e interprete las obras literarias”. La metodología que adopte el tallerista para el abordaje de la literatura escrita u oral deber ser flexible, enriquecida por la música, el dibujo, la pintura, la danza, el cine, la radio, la televisión y la web.

En este orden de ideas, si bien es cierto que un taller de creación literaria no es una clase para enseñar literatura es relevante que lo académico esté presente (sin exacerbado didactismo), ello garantiza la aprehensión del carácter socio-cultural y simbólico de la literatura como, también, el reconocimiento que aún se adeuda a los que ejercen el solitario oficio de escritor y editor. La literatura posibilita la permanencia del lenguaje como eje integrador que puede ir más allá de lo convencional para convertirse en algo íntimo que da espacio a la metáfora quien como ente espiritual consiente el surgir de lo que nunca antes se expresó.

Un espacio para la creatividad y la imaginación: en el contexto específico de los talleres de literatura ambas van de la mano. Al definirlas, encontraremos elementos que parecieran unirlas como, por ejemplo, el hecho de que conducen a crear lo inexistente a través de una imagen constituida por la fantasía. En tal sentido, el facilitador motivará a los participantes a que empleen la imaginación verbal, es decir, los invitará a jugar con el lenguaje y crear expresiones lingüísticas novedosas que, posteriormente, darán vida a un poema, un relato, una adivinanza, alguna jitanjáfora, una máxima o simplemente en una frase significativa para quien la escribe. Estos juegos lingüísticos, favorecen el proceso creativo-literario y la reinvención de nuestro imaginario; de allí, la gran misión de los talleres de creación literaria: promover la creatividad, la intuición y la ruptura definitiva de la monotonía intelectual. En palabras de Rodari: “hay que cultivar la creatividad en todas las direcciones” (1999:200) para instalar en la escuela, la familia y la comunidad una nueva cultura: la cultura de la innovación.

En razón de lo expuesto, no sería justo, concluir mis reflexiones sin hacer referencia a la creciente expectativa que generan los talleres de escritura creativa, on line. Éstos ofrecen (de forma gratuita o no) enseñar a escribir poesía, biografías, guiones cinematográficos, cuentos, ensayos, explorar el género periodístico así como, también, propiciar la creatividad y el conocimiento de la obra de un número importante de escritores de habla hispana. Algunos, son acreditados por prestigiosas universidades, quienes buscan captar la atención de los usuarios, a través de una seductora y colorida presentación. Otros, por escritores de probada trayectoria. Todo lo anterior, los convierten en una alternativa atrayente y válida para acercarse a la creación literaria, no obstante, y a pesar de su magnificencia tecnológica, no podrán sustituir esa íntima emoción que ofrece un taller de creación literaria que nace en un espacio comunitario, en la escuela o en el hogar de un poeta y que por el artilugio de la palabra oral o escrita se convierten en un verdadero albergue de sueños.

Referencias consultadas

Antillano, L. (2009). Antología del taller de escritura creativa de La Letra Voladora 2007-2008.Valencia: La Letra Voladora.

Bosch, V. (2000). A bordo de la imaginación. Desde la literatura hasta los juegos con poesía, el pozo sinfín y otras experiencias creativas. Caracas: Alfadil Ediciones.

Calzadilla, J. (2007). Módulos de promoción de la lectura y la escritura. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana.

Mendoza Fillola, A. (2004). La educación literaria. Bases para la formación de la competencia lecto-literaria. Málaga: Ediciones Aljibe.

Morales Galindo, L. (2003). El taller literario en la enseñanza de la literatura. Cuaderno pedagógico del CILLAB Nº 8. Caracas: UPEL.

Rodari, G. (1999). Gramática de la fantasía. Introducción al arte de inventar historias. Bogotá: Panamericana Editorial.

Vera, E. (1985). Flor y Canto. 25 años de poesía venezolana (1958-1983). Caracas: Academia Nacional de la Historia.



domingo, 6 de junio de 2010

FRIDA

Yolanda Reyes (Colombia)

De regreso al estudio. Otra vez, primer día de colegio. Faltan tres meses, veinte días y cinco horas para las próximas vacaciones. El profesor no preparó clase. Parece que el nuevo curso lo toma de sorpresa. Para salir del paso, ordena con una voz aprendida de memoria: –Saquen el cuaderno y escriban con esfero azul y buena letra, una composición sobre las vacaciones. Mínimo una página por lado y lado, sin saltar renglón. Ojo con la ortografía, y la puntuación. Tienen cuarenta y cinco minutos. ¿Hay preguntas?
Nadie tiene preguntas. Ni respuestas. Sólo una mano que no obedece órdenes porque viene de vacaciones. Y un cuaderno rayado de cien páginas, que hoy se estrena con el viejo tema de todos los años: "¿Qué hice en mis vacaciones?"
"En mis vacaciones conocí a una sueca. Se llama Frida y vino desde muy lejos a visitar a sus abuelos colombianos. Tiene el pelo más largo, más liso y más blanco que he conocido. Las cejas y las pestañas también son blancas. Los ojos son de color cielo y, cuando se ríe, se le arruga la nariz. Es un poco más alta que yo, y eso que es un año menor. Es lindísima.
Para venir desde Estocolmo, capital de Suecia, hasta Cartagena, ciudad de Colombia, tuvo que atravesar prácticamente la mitad del mundo. Pasó tres días cambiando de aviones y de horarios. Me contó que en un avión le sirvieron el desayuno a la hora del almuerzo y el almuerzo a la hora de la comida y que luego apagaron las luces del avión para hacer dormir a los pasajeros, porque en el cielo del país por donde volaban era de noche.
Así, de tan lejos, es ella y yo no puedo dejar de pensarla un solo minuto. Cierro los ojos para repasar todos los momentos de estas vacaciones, para volver a pasar la película de Frida por mi cabeza. Cuando me concentro bien, puedo oír su voz y sus palabras enredando el español. Yo le enseñé a decir camarón con chipichipi, chévere, zapote y otras cosas que no puedo repetir. Ella me enseñó a besar. Fuimos al muelle y me preguntó si había besado a alguien, como en las películas. Yo le dije que sí, para no quedar como un inmaduro, pero no tenía ni idea y las piernas me temblaban y me puse del color de este papel.
Ella tomó la iniciativa. Me besó. No fue tan fácil como yo creía. Además fue tan rápido que no tuve tiempo de pensar "qué hago", como pasa en el cine, con esos besos larguísimos. Pero fue suficiente para no olvidarla nunca. Nunca jamás, así me pasen muchas cosas de ahora en adelante. Casi no pudimos estar solos Frida y yo. Siempre estaban mis primas por ahí, con sus risitas y sus secretos, molestando a "los novios". Sólo el último día, para la despedida, nos dejaron en paz. Tuvimos tiempo de comer raspados y de caminar a la orilla del mar, tomados de la mano y sin decir ni una palabra, para que la voz no nos temblara.
Un negrito pasó por la playa vendiendo anillos de carey y compramos uno para cada uno. Alcanzamos a hacer un trato: no quitarnos los anillos hasta el día en que volvamos a encontrarnos. Después aparecieron otra vez las primas y ya no se volvieron a ir. Nos tocó decirnos adiós, como si apenas fuéramos conocidos, para no ir a llorar ahí, delante de todo el mundo. Ahora está muy lejos. En "esto es el colmo de lo lejos", ¡en Suecia! y yo ni siquiera puedo imaginarla allá porque no conozco ni su cuarto, ni su casa, ni su horario. Seguro está dormida mientras yo escribo aquí, esta composición.
Para mí la vida se divide en dos: antes y después de Frida. No sé cómo pude vivir estos once años de mi vida sin ella. No sé cómo hacer para vivir de ahora en adelante. No existe nadie mejor para mí. Paso revista, una por una, a todas las niñas de mi clase (¿las habrá besado alguien?). Anoche me dormí llorando y debí llorar en sueños porque la almohada amaneció mojada. "Esto de enamorarse es muy duro...".
Levanto la cabeza del cuaderno y me encuentro con los ojos del profesor clavados en los míos. – A ver, Santiago. Léanos en voz alta lo que escribió tan concentrado.
Y yo empiezo a leer, con una voz automática, la misma composición de todos los años: "En mis vacaciones no hice nada especial. No salí a ninguna parte, me quedé en la casa, ordené el cuarto, jugué fútbol, leí muchos libros, monté en bicicleta, etcétera, etcétera". El profesor me mira con una mirada lejana, incrédula, distraída. ¿Será que él también se enamoró en estas vacaciones?

viernes, 28 de mayo de 2010

IV ENCUENTRO DE ESCRITORES LLANEROS

Universidad Nacional Experimental
de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora”-

Vicerrectorado de Infraestructura y Procesos Industriales

Programa Ciencias de la Educación

Coordinación de Investigación

Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC)
Gabinete Cultural del Estado Cojedes


IV ENCUENTO DE ESCRITORES LLANEROS

Sede: Cinemateca Plaza Manuel Manrique

Programación

Miércoles 9 de junio / 6:00 p.m.
Recital Poético-

Jueves 10 de junio / 8:00 a.m.
Registro de ponentes, invitados e inscripciones especiales
Palabras de Apertura del encuentro: Eduardo Mariño (MPPC)
Palabras de un representante del MPPC
Palabras de Isaías Medina López (UNELLEZ)
Palabras de José Antonio Borjas (Cronista de San Carlos)
Inauguración de la Expo-venta del Libro Llanero y Venezolano
Conferencistas:
Gregorio González (Casa Bolívar-Apure)
Argenis Méndez Echenique (Dirección de Cultura- Apure)
Edgar Hernández (Misión Cultura- Apure)

Jueves 10 de junio 2:00 p.m.
Conferencistas:
Salvador Lara (Red de Escritores- Guárico)
Huero Montilla (Red de Escritores- Guárico)
Luis Pellicer (Archivo General de Nación)
Ramón Vargas (UPEL-Maracay)
Continuación de la Expo-venta del Libro Llanero y Venezolano
Conversatorio:
Arnaldo Erazzo (Red de Escritores –Barinas)
Avilmark Franco (Teatro Orlando Araujo-Barinas)
Ramón Hernández (MPPC-Cojedes)
Presentación de Libros


Viernes 11 de junio / 8:00 a.m.
Conferencistas:
Williams García (UCLA-Postgrado)
Róger Herrera (Universidad Bolivariana- Caracas)
Job Jurado (Instituto de Cultura de Portuguesa)
Continuación de la Expo-venta del Libro Llanero y Venezolano
Luis Alberto Ángulo (Red de Escritores- Carabobo)
José Carlos de Nóbrega (Red de Escritores- Carabobo)
Carlos Noguera (Monte Ávila Editores)


Viernes 11 de junio / 2:00 p.m.
II BIENAL DE LITERATURA VÍCTOR MANUEL GUTIÉRREZ
Miguel Pérez (Red de Escritores –Cojedes)
Presentación del Jurado de la Bienal
Palabras de Miriam Rodríguez (UID)
Palabras del Ganador de la Bienal
Acto de Premiación
Clausura del Encuentro: Poeta Juan Chávez López (Colectivo cojedeño)

Cierre de la Expo-venta del Libro Llanero y Venezolano

miércoles, 28 de abril de 2010

Caperucita Roja de Triunfo Arciniegas

Cuento de Triunfo Arciniegas

Ese día encontré en el bosque la flor más linda de mi vida. Yo, que siempre he sido de buenos sentimientos y terrible admirador de la belleza, no me creí digno de ella y busqué a alguien para ofrecérsela. Fui por aquí, fui por allá, hasta que tropecé con la niña que le decían Caperucita Roja. La conocía pero nunca había tenido la ocasión de acercarme. La había visto pasar hacia la escuela con sus compañeros desde finales de abril. Tan locos, tan traviesos, siempre en una nube de polvo, nunca se detuvieron a conversar conmigo, ni siquiera me hicieron un adiós con la mano. Qué niña más graciosa. Se dejaba caer las medias a los tobillos y una mariposa ataba su cola de caballo. Me quedaba oyendo su risa entre los árboles. Le escribí una carta y la encontré sin abrir días después, cubierta de polvo, en el mismo árbol y atravesada por el mismo alfiler. Una vez vi que le tiraba la cola a un perro para divertirse. En otra ocasión apedreaba los murciélagos del campanario. La última vez llevaba de la oreja un conejo gris que nadie volvió a ver.
Detuve la bicicleta y desmonté. La saludé con respeto y alegría. Ella hizo con el chicle un globo tan grande como el mundo, lo estalló con la uña y se lo comió todo. Me rasqué detrás de la oreja, pateé una piedrecita, respiré profundo, siempre con la flor escondida. Caperucita me miró de arriba abajo y respondió a mi saludo sin dejar de masticar.
—¿Qué se te ofrece? ¿Eres el lobo feroz?
Me quedé mudo. Sí era el lobo pero no feroz. Y sólo pretendía regalarle una flor recién cortada. Se la mostré de súbito, como por arte de magia. No esperaba que me aplaudiera como a los magos que sacan conejos del sombrero, pero tampoco ese gesto de fastidio. Titubeando, le dije:
—Quiero regalarte una flor, niña linda.
—¿Esa flor? No veo por qué.
—Está llena de belleza —dije, lleno de emoción.
—No veo la belleza —dijo Caperucita—. Es una flor como cualquier otra.
Sacó el chicle y lo estiró. Luego lo volvió una pelotita y lo regresó a la boca. Se fue sin despedirse. Me sentí herido, profundamente herido por su desprecio. Tanto, que se me soltaron las lágrimas. Subí a la bicicleta y le di alcance.
—Mira mi reguero de lágrimas.
—¿Te caíste? —dijo—. Corre a un hospital.
—No me caí.
—Así parece porque no te veo las heridas.
—Las heridas están en mi corazón —dije.
—Eres un imbécil.
Escupió el chicle con la violencia de una bala.
Volvió a alejarse sin despedirse.
Sentí que el polvo era mi pecho, traspasado por la bala de chicle, y el río de la sangre se estiraba hasta alcanzar una niña que ya no se veía por ninguna parte. No tuve valor para subir a la bicicleta. Me quedé toda la tarde sentado en la pena. Sin darme cuenta, uno tras otro, le arranqué los pétalos a la flor. Me arrimé al campanario abandonado pero no encontré consuelo entre los murciélagos, que se alejaron al anochecer. Atrapé una pulga en mi barriga, la destripé con rabia y esparcí al viento los pedazos. Empujando la bicicleta, con el peso del desprecio en los huesos y el corazón más desmigajado que una hoja seca pisoteada por cien caballos, fui hasta el pueblo y me tomé unas cervezas. “Bonito disfraz”, me dijeron unos borrachos, y quisieron probárselo. Esa noche había fuegos artificiales. Todos estaban de fiesta. Vi a Caperucita con sus padres debajo del samán del parque. Se comía un inmenso helado de chocolate y era descaradamente feliz. Me alejé como alma que lleva el diablo.
Volví a ver a Caperucita unos días después en el camino del bosque.
—¿Vas a la escuela? —le pregunté, y en seguida me di cuenta de que nadie asiste a clases con sandalias plateadas, blusa ombliguera y faldita de juguete.
—Estoy de vacaciones —dijo—. ¿O te parece que éste es el uniforme?
El viento vino de lejos y se anidó en su ombligo.
—¿Y qué llevas en el canasto?
—Un rico pastel para mi abuelita. ¿Quieres probar?
Casi me desmayo de la emoción. Caperucita me ofrecía su pastel. ¿Qué debía hacer? ¿Aceptar o decirle que acababa de almorzar? Si aceptaba pasaría por ansioso y maleducado: era un pastel para la abuela. Pero si rechazaba la invitación, heriría a Caperucita y jamás volvería a dirigirme la palabra. Me parecía tan amable, tan bella. Dije que sí.
—Corta un pedazo.
Me prestó su navaja y con gran cuidado aparté una tajada. La comí con delicadeza, con educación. Quería hacerle ver que tenía maneras refinadas, que no era un lobo cualquiera. El pastel no estaba muy sabroso, pero no se lo dije para no ofenderla. Tan pronto terminé sentí algo raro en el estómago, como una punzada que subía y se transformaba en ardor en el corazón.
—Es un experimento —dijo Caperucita—. Lo llevaba para probarlo con mi abuelita pero tú apareciste primero. Avísame si te mueres.
Y me dejó tirado en el camino, quejándome.
Así era ella, Caperucita Roja, tan bella y tan perversa. Casi no le perdono su travesura. Demoré mucho para perdonarla: tres días. Volví al camino del bosque y juro que se alegró de verme.
—La receta funciona —dijo—. Voy a venderla.
Y con toda generosidad me contó el secreto: polvo de huesos de murciélago y picos de golondrina. Y algunas hierbas cuyo nombre desconocía. Lo demás todo el mundo lo sabe: mantequilla, harina, huevos y azúcar en las debidas proporciones. Dijo también que la acompañara a casa de su abuelita porque necesitaba de mí un favor muy especial. Batí la cola todo el camino. El corazón me sonaba como una locomotora. Ante la extrañeza de Caperucita, expliqué que estaba en tratamiento para que me instalaran un silenciador. Corrimos. El sudor inundó su ombligo, redondito y profundo, la perfección del universo. Tan pronto llegamos a la casa y pulsó el timbre, me dijo:
—Cómete a la abuela.
Abrí tamaños ojos.
—Vamos, hazlo ahora que tienes la oportunidad.
No podía creerlo.
Le pregunté por qué.
—Es una abuela rica —explicó—. Y tengo afán de heredar.
No tuve otra salida. Todo el mundo sabe eso. Pero quiero que se sepa que lo hice por amor. Caperucita dijo que fue por hambre. La policía se lo creyó y anda detrás de mí para abrirme la barriga, sacarme a la abuela, llenarme de piedras y arrojarme al río, y que nunca se vuelva a saber de mí.
Quiero aclarar otros asuntos ahora que tengo su atención, señores.
Caperucita dijo que me pusiera las ropas de su abuela y lo hice sin pensar. No veía muy bien con esos anteojos. La niña me llevó de la mano al bosque para jugar y allí se me escapó y empezó a pedir auxilio. Por eso me vieron vestido de abuela. No quería comerme a Caperucita, como ella gritaba. Tampoco me gusta vestirme de mujer, mis debilidades no llegan hasta allá. Siempre estoy vestido de lobo.
Es su palabra contra la mía. ¿Y quién no le cree a Caperucita? Sólo soy el lobo de la historia.
Aparte de la policía, señores, nadie quiere saber de mí.
Ni siquiera Caperucita Roja. Ahora más que nunca soy el lobo del bosque, solitario y perdido, envenenado por la flor del desprecio. Nunca le conté a Caperucita la indigestión de una semana que me produjo su abuela. Nunca tendré otra oportunidad. Ahora es una niña muy rica, siempre va en moto o en auto, y es difícil alcanzarla en mi destartalada bicicleta. Es difícil, inútil y peligroso. El otro día dijo que si la seguía molestando haría conmigo un abrigo de piel de lobo y me enseñó el resplandor de la navaja. Me da miedo. La creo muy capaz de cumplir su promesa.

domingo, 25 de abril de 2010

LA COMUNICACIÓN

LA COMUNICACIÓN

José Mª González-Serna Sánchez

La comunicación consiste en un acto mediante el cual un individuo (ser humano, animal u objeto) establece con otro u otros un contacto que le permite transmitir una determinada información. La realización de un acto comunicativo puede responder a diversas finalidades:
1. Transmisión de información.
2. Intento de influir en los otros.
3. Manifestación de los propios estados o pensamientos.
4. Realización de actos.

Los elementos que intervienen en un proceso de comunicación son:
A) Emisor: Sujeto que produce el acto de comunicación.
B) Referente: La realidad extralingüística a la que alude el mensaje comunicativo.
C) Código: Conjunto de signos, relacionados entre sí, y de reglas de construcción, a disposición del emisor y del receptor.
D) Mensaje: Resultado de la codificación, portador de la información o conjunto de informaciones que se transmiten.
E) Canal: Medio físico por el que circula el mensaje.
F) Receptor: Sujeto que descodifica y recibe el mensaje.
G) Contexto: Conjunto de factores y circunstancias en las que se produce el mensaje y que deben ser conocidas tanto por el emisor como por el receptor. Podemos distinguir distintos tipos de contexto:
• Contexto situacional: Circunstancias espaciales y temporales en las que se produce el acto comunicativo. Conocimiento de la época en la que se producen los mensajes.
• Contexto lingüístico: lo dicho antes o después de un enunciado puede condicionar su interpretación.
• Contexto socio-histórico: Conocimiento de la época en la que se producen los mensajes.

H) Ruido: Perturbaciones no previstas ni previsibles que destruyen o alteran la información. El ruido aparece en casi todos los procesos comunicativos.

I) Redundancias: Elementos innecesarios que aparecen en un mensaje y que sirven, entre otras cosas, para combatir el ruido.
Las redundancias pueden ser de dos tipos:
• Redundancias que dependen del propio código.
• Redundancias que dependen de la voluntad del emisor.

TIPOS DE COMUNICACIÓN
Podemos encontrarnos con dos tipos de procesos comunicativos:
1.- Comunicación unilateral: Acto en el que un emisor emite un mensaje que el receptor percibe.
2.- Comunicación bilateral: Acto en el que un emisor emite un mensaje que percibe el receptor y, posteriormente, ese receptor se convierte en emisor de un nuevo mensaje que captará el antiguo emisor.

jueves, 1 de abril de 2010

Promoción de lectura y escritura en la Web

Promoción de lectura y escritura en la Web
Maritza Torres Cedeño

Con el transcurrir del tiempo y gracias a los usuarios de la comunicación a distancia, ésta se renueva vertiginosamente. En la actualidad, las llamadas Redes Sociales y blogs, entre otras, continúan generando una transformación histórica en la manera de leer y escribir; los lectores participan activamente a través de la Internet recomendando la lectura de textos, subiendo fotos y vídeos de sus escritores favoritos, escribiendo artículos, revisando los producidos por otros; esto, indudablemente, legitima el poder de la lengua escrita como herramienta inconmensurable de intercambio cultural.
Lo anterior, exige una reflexión de los involucrados en el campo educativo, por resultar muy difícil escapar de tan seductor mundo. En consecuencia, se hace necesario que los docentes conozcan las bondades de la Web y puedan emplearlas para enriquecer los procesos de lectura y escritura dentro y fuera del contexto escolar. En tal sentido, el Comité de Evaluación de Formatos Digitales del Banco del Libro señala la conveniencia de evaluar los sitios Webs relacionados con el fomento de la lectura y la escritura a fin de recomendarlos, certeramente, a los usuarios y sugieren atender los siguientes aspectos:
1.- Contenido del sitio Web: se refiere a la calidad y confiabilidad de la información que se publica. De igual manera, es necesario que los padres y docentes conozcan a qué tipo de público se dirige a fin de poder sugerirles a sus hijos y estudiantes espacios acordes con su edad y nivel de comprensión.
2.- Autoría de la información publicada: este dato es fundamental, pues es conocido por todos lo fácil que resulta publicar en la red. “Una vez identificado al creador o creadores de los contenidos de un sitio Web se debe tratar de hallar las credenciales de éstos para conocer si son expertos o no en la materia” (Peña y Urriola, 2007: 10) y, sin lugar a dudas, todo lo anterior puede garantizar el acceso a una información de calidad.
3.- Actualidad: por lo general, una página Web se actualiza con frecuencia, sin embargo, es útil corroborar que el material esté al día y que se encuentra bajo el cuidado de un administrador confiable.
4.- Diseño: permite evaluar cómo está dispuesta la información que se presenta al usuario. El texto de la página puede contener elementos de carácter visual o auditivo; es recomendable observar si son empleados armónicamente porque de lo contrario pueden distraer o dificultar la lectura del material que se está consultando.

5.- Requerimientos técnicos: muchos sitios Web necesitan de un conjunto de programa¬¬s y procedimientos necesarios (software), a fin de llevar a cabo una tarea específica, por esta razón hay que determinar su disponibilidad o si es necesario comprarlos; a veces, una página Web es sólo una fachada para la comercialización de un determinado producto.
Definitivamente, las revistas y los libros impresos no podrán ser sustituidos por un sitio Web, no obstante, sería absurdo obviar el impacto positivo que los formatos digitales tienen sobre la gran comunidad lectora virtual dado su carácter interactivo. Por todo lo anteriormente señalado, a continuación se ofrece un conjunto de sitios Web que enriquecerán la expresión oral y escrita de los usuarios:

Bibliotecas virtuales:
Biblioteca Imaginaria http://www.educared.org.ar/enfoco/imaginaria/biblioteca/
Bibliotecas virtuales.com http://www.bibliotecasvirtuales.com/
Biblioteca de literatura infantil y juvenil http://www.cervantesvirtual.com/seccion/bibinfantil/
Biblioteca digital hispánica http://www.bne.es/bdh/index.htm
Bibliotheka gigantesca http://www.bibliotheka.org/?/inicio/
Desocupado lector http://www.desocupadolector.net

Revistas digitales de lengua, literatura, literatura infantil y juvenil, animación y promoción de lectura:

Lenguharas http://lenguharas.jimdo.com/
Letralia http://www.letralia.com
Imaginaria http://www.imaginaria.com.ar/
Cuatro gatos http://www.cuatrogatos.org/
Caleidoscopio http://www.bancodellibro.org.ve/